Un pintor que convierte en pan los colores
que emanan de sus pinceles magistrales. Su pintura es un fiel testimonio de la
cotidianidad. A veces, denuncia elocuente. Muy original. Mujeres con rolos y de
miradas libidinosas, el caserío de Río Salao o cualquier caserío de América,
siempre visto por el ojo mágico de una sensibilidad artísticas que pinta con el
alma y repinta con el corazón. En ocasiones, sus cuadros de rostros
apesadumbrados, un fiel testimonio del cansancio y la desesperanzas, verde cañaveral
y toros y cachos secos, o desnudeces artísticas de primer orden, que en
conjunto forman parte de la rica colección del pintor-poeta romanense, cuyos
cuadros ya se encuentran colgando en las paredes de tres continentes. Como el
pintor de la canción del cantautor Silvio Rodríguez, Norberto Uribe, el
alquimista de los colores tropicales, solo reclama paredes para mostrar el
talento de un arte pictórico que contiene un discurso social evidente, junto al
realismo mágico del trópico plasmado sobre el lienzo con gran dominio,
perfección y profesionalidad. Dentro de
poco, Uribe hará un homenaje a las mujeres, con un discurso defensivo cuya
espada es su pincel y su incuestionable talento.
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